“Los cuentos no solo abren el corazón sino que son el mejor alimento de nuestra conciencia”.
Mientras leía este libro me vino a la mente una entrevista que le hice a Lorenzo Hernández Pallarés. Aquí os la dejo, para mí supuso un antes y un después a la hora de entender los cuentos.
Pero un momento, os propongo que antes de empezar a leer esta mágica entrevista, conectéis el sonido y escuchéis de fondo esta maravillosa música de la banda sonora de la película Eduardo Manostijeras.
Lorenzo Hernández Pallarés, psicólogo y formador en cuentoterapia.
A sus 54 años, recorre España con su “maleta de los cuentos” impartiendo esta formación de la que es pionero.
Es viernes por la tarde en el barrio de Santa María de Gracia, no hace mucho frío a pesar de ser finales de noviembre. En los jardines, las jacarandas visten de verde y azul. A lo lejos, frente a la iglesia, se ve a un hombre cargando una maleta y que despacio, sin prisa, se va acercando al portal de un edificio donde varias personas aguardan para participar en un curso de formación en cuentoterapia. Lleva una gorra, gafas, un chaquetón largo y en su cara una serena sonrisa. Al llegar, apoya el pesado bulto sobre la acera. Nadie lo reconoce y él con sorna dice: “Parezco el botones del Orient Express ¿A qué sí?... Soy Lorenzo”. La carcajada de todos rompe el silencio, suben las escaleras y conversan de forma distendida. Comienza la magia.
Al entrar, huele a incienso y las llamas de unas velitas danzan tímidamente. Un cartel indica a los visitantes que hay que descalzarse antes de pasar al salón enmoquetado. En el suelo hay cojines, alfombras y esterillas; también unas sillas, un sofá y una mesa con una lámpara de sal. Unos tapices con motivos hindúes decoran las paredes y una luz suave y cálida ilumina la estancia. Los alumnos mientras recogen las carpetas con el material del curso, se van acomodando. Lorenzo entra en la sala, da la bienvenida en tono amable y cercano, abre su maleta y empieza a sacar cuentos; escoge uno, lo sostiene entre sus manos y dice: “Acostumbraos a leerlos del revés para que los demás vean las ilustraciones… en los cuentos nada es lo que parece… escuchad desde el corazón”. El buscador de sabiduría, se detiene unos instantes y susurrando comienza la lectura: “En aquellos tiempos pasados, en los que desear todavía servía de algo…”
Tiene 54 años. “Sigo siendo un crío”. Lorenzo Hernández Pallarés es psicólogo, psicoterapeuta y pionero en cuentoterapia, una disciplina tan novedosa como ancestral. “La utilización de los cuentos con fines terapéuticos y de sanación es algo tan antiguo como la propia humanidad”. Actualmente trabaja en la Consejería de Educación de Murcia, es director de un equipo cuya tarea se centra en las dificultades del aprendizaje. Su trabajo se dirige, fundamentalmente, al alumnado con necesidades especiales por trastorno y déficit de atención e hiperactividad y dislexia, disgrafia y discalculia.
Mientras tomamos un té, en el descanso del taller, nos habla de su vida y de cómo llegó a ser pionero en esta disciplina terapéutica.
"EN EL COLE SE BURLABAN DE MÍ"
“Su relación con la lectura iba más allá del propio entretenimiento. “Yo era un poco torpe porque llevaba botas con plantillas y planchas de hierro. En el cole se burlaban de mí, me llamaban el pato. Al llegar a casa me refugiaba en el desván, me evadía leyendo cuentos y aprendí con ellos a enfrentar la vida y a sacar el héroe que llevaba dentro”.
A los 16 años, sus padres lo envían a la Universidad de Murcia. “Era un adolescente gris e introvertido, me costaba tomar decisiones, dudé qué carrera debía cursar hasta el día de matricularme. Me apasionaban la historia antigua, la arqueología, la mitología y el mundo antiguo. Pero mi hobby era la psicología, así que decidí convertirla en mi profesión y me matriculé en Psicología y Pedagogía.
“LA FUERZA DEL CUENTO ESTÁ EN EL INGENIO”
Al acabar sus estudios colabora impartiendo algunos cursos
sobre salud mental a través de los cuentos, en el centro de profesores y
recursos de Águilas, donde hace uso de su experiencia con este tipo de relatos
para diseñar programas educativos y a la vez, comienza a formar a los
profesionales interesados, en cuentoterapia. Por entonces ya desarrolla su
actividad profesional en equipos pedagógicos y en una escuela infantil como
orientador.
“La cuentoterapia, es una forma única de profundizar en el
mapa de los cuentos que integra distintas corrientes de la psicología, la
antropología, el saber popular y el arte de sanar a través del inconsciente”.
La importancia terapéutica de los cuentos radica en que a
través de ellos es posible establecer un contacto con el canal emocional de las
personas, encauzando y resolviendo de este modo las emociones disfuncionales.
Al vivirse desde el mundo de la fantasía se pueden imaginar y comprender las
situaciones de una forma menos dolorosa. “Los cuentos llevan un guión, por
medio de los símbolos van creando una estructura no racional que le habla a
nuestro niño interno y lo conmueve. Son útiles para todas las personas que
quieran conocerse y aprender qué claves ha dejado la humanidad para solucionar
temas tan vitales como la envidia, la autoridad, las pérdidas, la identidad
sexual, el miedo, los complejos…la fuerza del cuento no es la bruta, sino el
ingenio y la inteligencia”, explica Hernández Pallarés.
“LA BRUJA DEBE MORIR”
En los últimos tiempos, existe una creencia popular en la
que los padres intentan dulcificar los cuentos y según estos terapeutas, sólo
consiguen acentuar el miedo en los niños. “El mito está en carne viva, es
crudo, pero el niño lo integra porque se mueve entre la realidad y la fantasía,
aprende algo que existe a través de la imaginación, él lo sabe y no le duele
por lo que no hace falta dulcificar las historias. El cuento habla de la vida,
de la muerte; la bruja debe morir porque si no te come. En el cuento de
Pulgarcito, el niño aprende a que de mayor ha de marcharse y buscarse la vida.
El niño se queda con esa enseñanza, con esa sensación, pero desde el mundo
maravilloso y esto solo lo enseña el cuento. Es una crueldad no matar al malo,
los niños necesitan que sus padres sean reyes justos y bondadosos, unos
héroes”.
“Los cuentos no solo abren el corazón sino que son el mejor
alimento de nuestra conciencia”, comenta Hernández Pallarés, mientras nos
relata una experiencia con una niña que trata en uno de los colegios que
trabaja.
“Una de las vivencias más bonitas que he tenido, ha sido con
una niña que tenía mutismo selectivo. No hablaba con los adultos y entonces le
conté el cuento de la piedra de los enamorados, en la que un brujo les hace un
encantamiento. La princesa no habla hasta que no le cae una gota de cera. Y
cuando ella por fin puede hablar, con su voz despierta al príncipe. Así, que
también se lo conté a su profesora que se lo estuvo contando… Y en dos semanas
la niña empezó a hablar con su maestra, precisamente preguntándole cosas de María
la protagonista de ese cuento y a partir de ahí con el resto de adultos”.
“EL MAESTRO DEL TERREMOTO”
Ante la catástrofe que supuso el terremoto en Lorca, desde
la Consejería de Educación, se organizó un grupo de psicoterapeutas, entre los
que se encontraba Lorenzo, para apoyar a los chicos en esos momentos de crisis
psicológica. “Elaboré un documento para los orientadores con material de
trabajo para abordar el estrés postraumático a consecuencia del terremoto, lo
hice todo con cuentos y luego fue utilizado y agradecido por todos ellos”. Como
anécdota nos cuenta: “Yo contaba un cuento que se llama Huakala, y se usa para
echar los miedos, y cada vez que me veían los niños gritaban ¡Huakala!, pues
era una forma de conjurar los temores. Un día, iba por el patio y los chicos
que iban con sus profesores, les dijeron: “El maestro del terremoto” y gritaban
¡Huakala!, cuando un profesor les pregunto que por qué me llamaban así unos
niños dijeron, porque es el maestro que nos enseña a no tener miedo a los terremotos...
solo a protegernos”.
“Llevo princesas, ogros, lámparas maravillosas, brujas,
hadas, palacios… y todos ellos tienen un mensaje"
Nuestro interés por el maletón tan pesado que lleva consigo
le mueve a desvelarnos su contenido: “Llevo princesas, ogros, lámparas
maravillosas, brujas, hadas, palacios… y todos ellos tienen un mensaje, un
mensaje que va a nuestro inconsciente. Los cuentos son la historia de una
transformación, son la reserva ética para un mundo sin mentiras; el mapa de un
tesoro que nos lleva a nosotros mismos”. Y mirándonos, se despide diciendo:”El
cuento solo tiene un final, un final feliz”.
"Los cuentos son la reserva ética para un mundo sin
mentiras"
Os dejo un enlace a la página web de cuentoterapia en
la que se puede ver información de las actividades y del equipo que dirige
Lorenzo Hernández Pallarés.
”El cuento solo tiene un final, un final feliz”.
Pero... no voy a terminar sin contarte un cuento...
Y colorín colorado esta entrevista se ha acabado...
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